zazen, la meditación zen
Shikantaza: simplemente sentarse
Para practicar zazen, la meditación silenciosa, siéntate en el centro de un zafu (un cojín grueso y redondo). Cruza las piernas en la posición que prefieras: loto, medio loto o con las piernas cruzadas, de modo que las rodillas descansen en el suelo. Empuja el cielo con la cabeza y toca la tierra con las rodillas.
Dependiendo de tus capacidades, también son posibles otras posturas, como seiza (a horcajadas sobre el cojín) o sentado en una silla.
Ponte de pie, inclina la pelvis hacia adelante desde la quinta vértebra lumbar y estira la columna hacia arriba.
Mantén la barbilla hacia adentro, el cuello tenso y la nariz verticalmente por encima del ombligo. Mantén la boca cerrada, la punta de la lengua apoyada en el paladar y los músculos mandibulares relajados. Mantén los ojos semicerrados. El dorso de la mano izquierda descansa sobre la palma de la mano derecha, los pulgares en contacto, aplicando una ligera presión, y los cantos de ambas manos en contacto con el bajo vientre. Los hombros caen naturalmente, el cuerpo se relaja manteniendo la posición.
La respiración profunda
Poco a poco, la respiración se vuelve tranquila, larga y profunda. Al principio, la atención puede centrarse en la exhalación, empujando suavemente el abdomen hacia abajo. Después, la inhalación surge de forma natural, sin esfuerzo ni concentración. Después, es simplemente cuestión de observar la respiración tal como es, sin alterarla, estando plenamente presente.
El arte de la concentración
La omnipresencia de pantallas (televisores, tabletas, teléfonos inteligentes, etc.) provoca una dispersión de la atención. La sucesión ininterrumpida de breves destellos de atención fugaz influye en nuestra forma de pensar, perturba la mente e impide cualquier encuentro con nosotros mismos y el descubrimiento de la talidad (la verdadera naturaleza de la realidad, más allá de cualquier definición conceptual).
La concentración zen consiste en centrar la atención durante un tiempo prolongado y exclusivamente en una actividad sin distracciones ni tensión: dejar fluir los pensamientos, relajarse y soltarse, respirar, caminar y realizar cualquier tipo de actividad manual pueden constituir formas de meditación si se realizan con atención plena.
La práctica regular de la concentración desarrolla la atención a las acciones cotidianas y cultiva la capacidad de estar plenamente presente en cada momento de la vida. Se revela entonces toda la riqueza, profundidad y poder de la existencia.
Deja pasar los pensamientos
Contrariamente a lo que a veces se afirma, la práctica de zazen no conduce a la cesación de los pensamientos. El estado mental durante el zazen se define como conciencia hishiryo: más allá del pensamiento, más allá del no-pensamiento.
Concretamente, se deben adoptar dos actitudes mentales:
Observar los propios pensamientos sin bloquearlos, sin penetrar en ellos, sin contenerlos. Se observa cómo los pensamientos se deslizan por la conciencia como nubes en el cielo. Así, la mente tiende a desapegarse de todo.
Concentrarse en la postura, la tensión muscular adecuada y la respiración
Cuanto más se practica zazen, más se comprende a través del cuerpo que los pensamientos carecen de sustancia real, que van y vienen. Se puede entonces descubrir que existe una conciencia intuitiva, original y universal, radicalmente diferente de la conciencia habitual del yo pequeño. Si se mantiene la postura correcta y se permite que una respiración profunda, expansiva y tranquila se asiente, la mente se vuelve profunda, expansiva y pacífica. El funcionamiento del cerebro se vuelve naturalmente más claro. Este estado no es el de una consciencia particular, sino simplemente el retorno a la normalidad mental. Nos abrimos por completo a la realidad del aquí y ahora. El pensamiento dualista del ego desaparece y se realiza nuestra unidad original con toda la existencia.
La consciencia intuitiva, hishiryo, el pensamiento sin voluntad, surge entonces de forma natural.
Sin embargo, aferrarse a este estado, al igual que querer apropiarse de la Iluminación, va en contra de la práctica del mushotoku: carece de propósito y beneficio. Es una pérdida de tiempo.